¡Dejar la mochila!

Hace muchos años paré de escribir. Dejé ese parte de mi, guardé mi musa y tomé mi mochila hacia una aventura llamada "vida adulta" y como muchas de las mujeres jóvenes de mi generación hice lo que se esperaba de nosotras, me gradué de la universidad, conseguí mi primer trabajo "serio", me casé, tuve mis hijos, crecí, viaje y seguí caminando con mi mochila a rastras ( y el que me conoce bien sabe, que realmente esa mochila existió, pues con tres niños pequeños era muy difícil andar con una cartera ¡normal y decente!).

Pero, poco sabia yo, que esta mochila se iría llenando a lo largo del tiempo con cosas que no estaban en mi plan de vida original, experiencias hermosas que fui metiendo en los bolsillos exteriores, satisfacciones y sonrisas, pérdidas y lágrimas, mi mapa original se tornó tornasol y la ruta tomó otro matiz. He tropezado muchas veces, me he limpiado las rodillas de arena, puesto mi sombrero y recogido todo lo acumulado en la mochila para poder continuar ¿Por qué entonces a veces esta mochila pesa tanto?

Me ha tomado mucho tiempo darme cuenta que las mujeres somos "acumuladoras compulsivas", acumulamos muchas piedrecitas en la mochila de todo aquello que se espera de nosotras, no soltamos este peso de todo aquello que no pudo ser o todo aquello que debería ser, de ese mapa inicial que no se quién nos metió en la cabeza y hay algo que se está perdiendo en el camino...

Por eso hoy, decidí dejar mi mochila...la dejo en el camino para empezar un andar más ligero, para no aferrarme a lo que pueda ser o a lo que fue, para andar con mi sombrero y mis brazos al aire, para sentir la brisa y ajustar las velas. Dejo mi mochila con amor para volver a tomar mi pluma ( o mi compu) para volver a escribir, para compartir un espacio de desahogo, un espacio real donde podamos compartir lo hermoso de ser mujer y ¡no morir en el intento!

#sermujerynomorirenelintento

Nota: foto de referencia tomada de internet sin fines comerciales.