Mi amiga Pia y una góndola de esmaltes
- Marivi
- 21 jul 2020
- 3 Min. de lectura

Pia y yo hemos sido amigas desde siempre, nos conocimos el primer día de la universidad y el resto es historia. Hemos compartido vivencias y locuras, hemos crecido juntas y hasta nuestras hijas se llevan solo un mes y si Dios lo permite, el año que viene las veremos caminar y graduarse juntas, como lo hicimos ella y yo hace unos años.
Como nos entretenemos con cualquier cosa y disfrutamos de nuestras largas charlas, salimos un día cualquiera a dar una vuelta por un centro comercial y de paso, yo de antojada, comprarme unos esmaltes de uñas. Conversábamos de la vida, de trivialidades y de temas que ya hoy ni recuerdo...solo sé que, frente a la góndola de esmaltes, mientras chequeaba los colores, ni corta ni perezosa me dijo: "tengo que comentarte algo, tengo cáncer". En ese momento entendí para qué las góndolas de esmaltes tienen una alfombra delante pues no se a donde fue a parar lo que tenía en la mano, me silbaron los oídos, me debo haber transportado a otra dimensión pues por más que le pido a mis amigas que me introduzcan los temas de una manera más sutil ¡ninguna me hace caso!
"Cuidado y te pones mala" - me dijo con su habitual sonrisa y de ahí pasamos a una charla que tampoco recuerdo, solo me retumbaba la palabra "cáncer" (?) eso no nos pasa a nosotras. No sé cómo llegué a mi casa, solo sé que lloré amargamente por largo rato, lloré por ella, por mí, por todas mis amigas, por todas las mujeres, porque la vida no parecía justa, porque nuevamente ¡esto no nos pasa a nosotras! sin embargo, en este momento empezó un camino de largo aprendizaje...para mí.
A partir de ese momento Pia se llenó de luz, pude ver matices que no conocía de ella y nuestra amistad evolucionó hacia otra dirección. Un cáncer de mama y su tratamiento es particular para cada mujer, en "nuestro caso" pasamos por un proceso de extirpación de un tumor, de una sesión larga de quimioterapia, seguida de otra más larga de radio. Pia perdió su pelo pero no su ánimo, ni su sonrisa, se reía de su situación y de ella misma con la certeza de que ésta, era una situación pasajera, parte de una etapa de la vida. Así comenzamos a compartir largas horas en el sofá de su casa, jugando con unas pelucas que le prestaron, ordenando pañoletas por Amazon ( una seria y una hippie para cada ocasión) bromeando sobre qué tipo de tatuaje deberíamos hacerle en su cabeza y lo que se estaba ahorrando en champú, sobre si debería tomar sol pues su cabeza era una gran luna blanca (Pia es ¡demasiado blanca! por naturaleza), tomamos coca-cola y helado sin lactosa, paseamos por Ikea. Increíblemente esta situación había sacado lo mejor de ella.
Hoy han pasado poco más de dos años, Pia está sana y con una larga melena rizada, pero el camino no fue fácil, hubo días interminables, muchos malestares, situaciones personales y verla con su parche en el pecho (que tapaba el catéter por donde se le administraba la quimio) abría el mío. Sin embargo de ahí Pia ha sacado su lema de vida ¡nunca pierdas tu sonrisa! y así lleva su vida, ligera, alegre, viviendo cada momento a la vez, de a poquito y rodeada de mi más profunda admiración.
Sé que ha sido fuente de inspiración y esperanza para muchas otras mujeres en su situación y para aquellas que hemos estado cerca, un recordatorio de que la vida es frágil y que hay que disfrutarla, pero sobre todo un recordatorio del valor de la amistad. A medida que pasa el tiempo más aprecio a mis amigas y lo que significan para mí en este largo trayecto de ser mujer y no morir en el intento.
Comparto foto de Pia, con su sonrisa, dos años atrás. Es importante el chequeo oportuno, la detección temprana y el ánimo siempre arriba.

Comentários